El acceso al mercado laboral de las personas con discapacidad
La integración sociolaboral es una de las grandes aspiraciones de las personas con discapacidad y sus familias, así como de un gran número de instituciones y entidades que trabajan día a día para favorecer su acceso al mercado de trabajo.
La estrategia europea de empleo 2008 – 2010 recoge las directrices y prioridades de empleo que establece la Comisión para las políticas de empleo de los Estados miembros. Un ámbito prioritario de esta estrategia es la cohesión económica, social y territorial. En este sentido, el Estado Español a través de su Plan Nacional de Acción desarrolla la Estrategia Global de Acción para el Empleo de Personas con Discapacidad (2008 – 2012), que establece como objetivos generales aumentar la tasa de actividad y de ocupación en primer lugar, y mejorar la calidad del empleo dignificando las condiciones de trabajo de las personas con discapacidad y combatiendo activamente su discriminación, en segundo.
En el contexto de estas políticas, las administraciones públicas, agentes sociales y organizaciones, impulsan numerosas actuaciones y medidas que persiguen la integración laboral de este colectivo que, por su cuantía, diversidad y complejidad son proclives a la exclusión: Creación de centros especiales de empleo, ayudas a la contratación, servicios y programas especializados, modalidades de empleo específicas como el empleo con apoyo, centros ocupacionales…
Aún con todo ello, el acceso al empleo de estas personas sigue viéndose dificultado por numerosas causas difíciles de erradicar, lo que sitúa las cifras de desempleo de este colectivo en porcentajes muy elevados.
Los niveles de formación y cualificación profesional son muy bajos, usualmente suelen ir unidos además a un escaso nivel de expectativas, poca motivación y baja autoestima personal. En muchos casos, hay que añadir cuestiones como desconocimiento del mercado laboral, dificultades para asumir adecuadamente las propias limitaciones, agravadas por la doble discriminación de género y discapacidad y una especial vulnerabilidad cuando se suman otras problemáticas de tipo social.
En cuanto a los empleadores, tanto del sector privado como público, persiste un gran desconocimiento acerca de la discapacidad y de las potencialidades de este colectivo, lo que impide desterrar creencias erróneas, (como identificar discapacidad con bajo rendimiento o con enfermedad y baja médica) o miedos a la hora de afrontar el trato con estas personas. Asimismo, y a pesar de los avances legislativos, encontramos todavía hoy un alto grado de incumplimiento de la cuota de reserva de puesto y desconocimiento de las políticas y medidas de apoyo a la contratación.
Ahora bien, en esta compleja realidad también estamos asistiendo a grandes cambios dentro de las organizaciones empresariales en las que la responsabilidad social corporativa va más allá del puro marketing social y empiezan a incluirse en los manuales de buenas prácticas aquellas que favorecen el acceso al empleo en condiciones de igualdad de las personas con discapacidad.
Ya no nos podemos cuestionar la capacidad y voluntad de estas personas para trabajar. Tras casi tres décadas desde la publicación de la Ley española de Integración Social de las Personas con Discapacidad 13/1982 (LISMI), los datos sobre la evolución de la inserción laboral de este colectivo avalan los grandes logros producidos. Sin embargo, queda un largo camino por recorrer, nuevas vías que explorar y muchas barreras que eliminar.
En este sentido el Comité Económico y Social Europeo (CESE) ha propuesto la adopción de un Pacto Europeo por la Discapacidad, un aspecto que en su opinión ha de estar presente en las líneas directrices de empleo y de la agenda social de la Estrategia UE 2020, en la que deberían incluirse políticas de empleo para las personas con discapacidad de forma prioritaria, recordando que la contratación de este colectivo en el medio de trabajo ordinario “requiere un desarrollo de servicios sociales adecuados”. Así mismo, este organismo reclama políticas de sensibilización “que puedan contrarrestar los estereotipos que todavía existen sobre los trabajadores con discapacidad”.
Que cada persona con discapacidad tenga garantizada la igualdad de oportunidades y pueda desarrollar su proyecto vital logrando el mayor grado de normalización dentro de la sociedad, sólo puede lograrse si desde la escuela todos aprendemos a vivir la diversidad. La cada vez mayor participación y visibilidad de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad es el motor que está generando el cambio en el constructo social de este colectivo.